Transformación y sanación mediante la Terapia del sonido.


Transformación y sanación mediante la Terapia del sonido.
(Revista Espacio Humano nº 158, diciembre de 2011)

Aquél que conoce el secreto del sonido, conoce el misterio de todo el Universo” eran las palabras de Hazrat Inayat Khan, sabio sufista que veía en el sonido más que meras vibraciones; él afirmaba que el sonido era un lenguaje universal y que serviría para unir pueblos y culturas. El sonido es uno de los componentes primarios de la energía molecular y afecta considerablemente a la materia, luego entonces podemos decir que el sonido posee una inmensa fuerza de creación. Esto lo pudo atestiguar el médico suizo Hans Jenny que pasó buena parte de su vida estudiando el efecto del sonido sobre la materia. Para lo cual, reunió una seria de sustancias diferentes (limaduras de hierro, polvo, arena) que sometió a diferentes vibraciones sonoras, las cuales, adoptaban diversos diseños geométricos que podían ser comparados con modelos orgánicos del mundo natural (como el interior en espiral de una concha marina o las variadas formas que adopta un copo de nieve) esto, mostraba que la materia inorgánica asumía características de la materia viva cuando se veía influenciada por el sonido. El científico alemán Chladni defendía que: Lo que nuestros sentidos perciben como materia, no es otra cosa que un conjunto de campos electromagnéticos vinculados e interrelacionados entre sí, lo que podría considerarse como una manifestación densa de vibración (sonido).
Podríamos concluir que el sonido no sólo tiene el poder de modificar la estructura de una sustancia, sino también de configurarla.
El sonido es lo primero que nos conecta con el mundo, y sonido es nuestra voz ya desde el vientre materno oímos el corazón y la voz de nuestra madre que nos trasmite seguridad y ternura. Una vez que decidimos salir al mundo, nuestro primer acto es respirar e inmediatamente después, producir un sonido que utilizamos para conectarnos con el entorno. Poco a poco nuestro sonido nos ayuda a interactuar con nuestras emociones, con nuestra estructura vibracional, influyendo en nosotros y lo que nos rodea. Los sonidos que emitimos, las palabras que empleamos e incluso el tono en que las decimos dirigen y forman nuestra identidad.
La voz puede hacernos enfurecer, reír y llorar. Puede inspirar confianza y amor, así como terror. Nos puede evocar recuerdos, sensaciones en definitiva, tiene el poder de crear y de destruir; ¿quién en su vida no ha sido reprochado por algo y se ha sentido mal durante días, ó quién no tiene una canción que le trasmite paz y tranquilidad o que le hace recordar alguna situación vivida? es decir, que la voz moldea y guía nuestra vida. A un nivel más físico se ha demostrado que el canto humano produce una serie de influencias sobre las frecuencias de onda cerebral, sobre la presión arterial y la tensión neuromuscular, además de distribuir por nuestro cuerpo neurohormonas de felicidad y de placer que ayudan a fortalecer nuestro sistema inmunológico; cantos como los realizados por los monjes del Tíbet secundan estos hechos.
Pero no sólo poseemos nuestra voz para comunicarnos, desde la antigüedad el hombre también se ha servido de otros instrumentos para acompañar rituales sagrados, danzas ceremoniales, ritos de sanación...Para muchas culturas antiguas el tambor era sagrado, ya que simbolizaba el sonido de la Madre Tierra. Los chamanes utilizaban este instrumento para entrar en contacto con su subconsciente y todavía a día de hoy, los tambores siguen siendo utilizados para invocar a los seres protectores. En la actualidad, se ha demostrado que la percusión activa energéticamente los primeros chakras (ayudando a obtener fuerza, confianza y seguridad), impulsa la circulación, nos libera de tensiones, mejora nuestra conciencia corporal y nos ayuda a eliminar stress.
Aun así, la inquietud del hombre y su curiosidad constante, le lleva a seguir investigando en el campo del sonido y los instrumentos, y poco a poco, va creando nuevos objetos que le permiten acompañar y potenciar los efectos de la voz, por ejemplo, las flautas, el laúd, el clave, el piano, el violín, etc creando lo que en la actualidad conocemos como instrumentos clásicos. Con ellos, grandes compositores nos han ofrecido sus obras en las que ellos, nos transmitían una emoción ó una intención determinadas, que con posterioridad han sido estudiadas advirtiendo en ellas numerosos efectos curativos; pongamos un ejemplo: el segundo movimiento del Concierto de Brandenburgo nº 5 en re mayor de J.S. Bach, ayuda en estados depresivos, o el “Preludio a la siesta de un fauno” de C. Debussy nos refuerza el sistema inmunológico Actualmente existen nuevas investigaciones que muestran novedosos efectos del sonido, investigaciones que nos ayudan a conocer nuevas dimensiones, hasta ahora desconocidas, nuevos instrumentos que nos proporcionan nuevas sensaciones, como por ejemplo: los cuencos de cuarzo entre los que podemos encontrar también los cuencos alquímicos, cuencos tibetanos, diapasones Comencemos explicando ¿qué es un cuenco de cuarzo?
Como sabemos el cuarzo es, seguramente, uno de los minerales más abundantes en el planeta, compuesto de dióxido de silicio. Curiosamente nuestro organismo contiene una pequeña cantidad de silicio orgánico que hace que conectemos de una manera especial con estos instrumentos. Sus aplicaciones terapéuticas son numerosas, estudios afirman que son beneficiosos para contracturas musculares, dolores articulares, desequilibrios del sistema nervioso, cansancio, stress, ansiedad, armonizan los hemisferios cerebrales, equilibran los chakras También podemos encontrar los denominados cuencos alquímicos, que son mezcla de cuarzo con minerales o metales, los cuales potencian las cualidades del mineral con el que están mezclados, es decir, el cuenco de cuarzo con mezcla de rubí, potenciará la energía de los primeros chakras, desarrollando nuestra conexión con la Tierra; esto favorecerá los trastornos menstruales y sexuales.
Dentro de estos nuevos instrumentos podemos encontrar el diapasón (instrumento metálico con forma de V que vibra en determinadas frecuencias, en función de los distintos materiales o medidas que estos posean) considerado por numerosos terapeutas como un equilibrador del cuerpo humano. Entre las distintas clases de diapasones podemos encontrar: Diapasones OTTO (aliviadores del dolor), Diapasones de los Chakras (equilibradores de los principales puntos energéticos del cuerpo), Diapasones armónicos (liberadores de tensiones y bloqueos), Diapasones de los ángeles, Diapasón OM Y cómo no mencionar los cuencos tibetanos; es cierto que estos cuencos no son de reciente invención pero si lo son sus cualidades terapéuticas recientemente descubiertas por el mundo occidental. Realizados con siete aleaciones de metales encontrados en el Himalaya (oro, mercurio, cobre, plata, hierro, plomo y estaño) son generadores de importantes beneficios en la salud humana. Estudios realizados muestran que bajo su efecto, el cerebro entra en una relajación profunda que permite al subconsciente superar bloqueos y miedos. También a un nivel más físico, reducen el insomnio, el stress, la angustia, la ansiedad, los dolores musculares, regula la presión arterial etc.
En conclusión, tenemos ante nosotros un fantástico mundo de posibilidades sonoras, de poder disfrutar con la música y los sonidos, de experimentar nuevos estados de conciencia, de conocernos a nosotros mismos, de mejorar nuestra comunicación con los demás, de regular y sanar de una manera muy gratificante nuestro sistema energético.
Descubramos todo un nuevo mundo de sensaciones que tenemos a nuestro alcance, con nuestra voz, la percusión, los cuencos, los diapasones en fin, descubramos el poder de sanación y autoconocimiento que todos tenemos.

María del Socastro González
Profesora de itiee

No hay comentarios:

Publicar un comentario