Los peligros ocultos de cocinar con microondas
Primera
parte
¿Es posible que por ignorancia millones de personas
estén sacrificando su salud a cambio de la comodidad de hornos microondas? ¿Por
qué la Unión Soviética prohibió el uso del horno microondas en 1976? ¿Quién
inventó el microondas y por qué? Las respuestas a estas preguntas podrían
sorprenderte hasta el punto de tirar el tuyo a la basura.
Más del 90% de los hogares norteamericanos tienen
horno microondas que se utilizan para preparar las comidas. Debido a el
microondas es tan cómodo y ahorra energía en comparación con los hornos
convencionales, son muy pocos los hogares o restaurantes que no lo usan. En
general, la gente piensa que sea lo que sea que un microondas haga para cocinar
los alimentos, no tiene efectos negativos ni sobre la comida ni sobre los que
la comen.
Resulta obvio que si el microondas fuera nocivo de
verdad, las autoridades nunca permitirían que se vendieran en el mercado. ¿No
es así? ¿Permitirían su venta? Con independencia de lo que 'oficialmente' se
haya dicho en relación a los microondas, nosotros (los autores de este
artículo) en particular hemos dejado de utilizarlos basándonos en las
investigaciones referidas en este artículo.
El propósito de este informe es dar prueba, demostrar
que cocinar con microondas no es natural ni sano y que es mucho más peligroso
para el cuerpo humano de lo que nadie podría imaginar.
No obstante, los fabricantes de microondas, los
políticos de Washington y la naturaleza humana elemental están suprimiendo los
hechos y las evidencias. Debido a esto, la gente sigue cocinando con microondas
- bendita ignorancia - sin conocer los efectos y el peligro de lo que hacen.
¿Cómo funciona un microondas?
Las microondas son una forma de energía
electromagnética, similares a las ondas de luz o de radio y que ocupan una
parte del espectro electromagnético de la energía. En nuestra era tecnológica
moderna, las microondas se usan para emitir señales telefónicas de larga
distancia, programas de televisión e información de ordenadores a través de la
Tierra o a un satélite en el espacio. Sin embargo, a la mayoría, las microondas
no son más familiares como fuente de energía para cocinar alimentos.
Cada horno microondas contiene un magnetrón, es decir
un tubo en el cual los electrones son afectados por campos eléctricos y
magnéticos de tal forma que produce radiación de microondas de alrededor de
2450 megahercios (MHz) o 2.45 Gigahercios (GHz). Esta radiación de microondas
interactúa con las moléculas del alimento.
Toda energía de onda cambia la polaridad de positivo a
negativo con cada ciclo de la onda. En los microondas estos cambios de
polaridad tienen lugar millones de veces cada segundo. Las moléculas de los
alimentos -especialmente las moleculas del agua- tienen un polo positivo y
negativo de la misma manera que un magneto tiene una polaridad norte y otra
polaridad sur.
En los modelos comerciales, el horno tiene una
potencia de entrada de alrededor de 1000 vatios de corriente alterna. Cuando
estas microondas generadas desde el magnetrón bombardean los alimentos, hacen
que las moléculas polares roten en la misma frecuencia millones de veces por
segundo.
Todo este agitado crea una fricción molecular que
calienta el alimento. Esta forma inusual de calentar también causa daños
sustanciales a las moléculas circundantes, muchas veces rompiéndolas o
deformándolas.
En comparación, las microondas del sol se basan en
principios de corriente directa por pulsos (DC) que no crea calor por fricción;
los hornos microondas usa corriente alterna (AC) y por lo tanto crean calor por
fricción.
Un horno microondas produce longitudes de onda de
energía puntiagudas, con todo el poder entrando en una sola frecuencia estrecha
del espectro de energía. La energía del sol opera en una frecuencia amplia del
espectro.
La longitud de onda determina el tipo de radiación, es
decir, radio, rayos X, rayos ultravioletas, visibles, infrarrojos, etc.
La amplitud determina la extensión del movimiento
medido desde el punto de inicio.
El ciclo determina la unidad de frecuencia, como por ejemplo, ciclos por segundo, hercios, Hz, o ciclos/segundo.
El ciclo determina la unidad de frecuencia, como por ejemplo, ciclos por segundo, hercios, Hz, o ciclos/segundo.
La frecuencia determina el número de sucesos dentro de
un tiempo dado determinado (generalmente 1 segundo); el número de sucesos de un
proceso recurrente por unidad de tiempo, es decir, el número de repeticiones de
ciclos por segundo.
La radiación es igual a propagar energía con ondas electromagnéticas.
La radiación es igual a propagar energía con ondas electromagnéticas.
Nos han dicho que cocinar [o calentar]alimentos con
microondas no es lo mismo que radiarlos (tratarlos con radiación). Se supone
que ambos procesos usan ondas de energía completamente diferentes y con
intensidad diferente.
Ningún estudio oficial del FDA (Food and Drugs
Administration) o del gobierno ha probado que el uso actual del microondas es
dañino, pero todos sabemos que la validez de los estudios es -muchas veces de
forma deliberada - muy limitada. Muchos de estos estudios, con el tiempo, se
demuestra que no son exactos. Como consumidores, se nos presupone un cierto
grado de sentido común a la hora de hacer nuestras valoraciones.
Toma por ejemplo los huevos y como a finales de los 60
se "probó" que eran perjudiciales para nuestra salud. Esto trajo
aparejado la creación de productos que imitaban al huevo y grandes beneficios
para los que los fabricaban, mientras las granjas avícolas se iban a pique.
Ahora, ciertos estudios recientes patrocinados por el
gobierno están diciendo que, después de todo, los huevos no son tan malos para
el consumo humano. Así que ¿a quién debemos creer y qué criterio debemos usar
para decidir sobre asuntos que se relacionan con nuestra salud?
Como actualmente se difunde -a propósito- que los
microondas no producen fugas en el medioambiente cuando se usan adecuadamente y
tienen el diseño aprobado, la decisión acerca de usarlos o no para cocinar los
alimentos, o incluso, la decisión de comprarlos, queda en cada consumidor.
Los instintos maternos son
correctos.
Desde un punto de vista humorístico, con el sexto
sentido que toda madre tiene no se puede discutir. ¿Alguna vez lo has
intentado? Los niños nunca le podrán ganar la partida a la intuición materna.
Es como discutir con el brazo que apareció como por arte de magia y te contuvo
contra el respaldo del asiento cuando tu madre pisó el freno del coche.
Muchos de nosotros venimos de una generación en la que
madres y abuelas que no confían en la cocina moderna del 'dentro fuera' porque
decían que no era adecuado para la mayoría de los alimentos. Mi madre se negó
incluso a cocinar algo en un microondas. Tampoco le gustaba el sabor de una
taza de café calentada en un microondas. Tengo que darle la razón y no puedo
discutir ni una cosa ni la otra. Su propio sentido común y sus instintos le
decían que cocinar en microondas no podía ser natural ni podía hacer que los alimentos
tuvieran el sabor que se suponía debían tener.
A contra gusto, hasta mi madre sucumbió a recalentar
sobras de comida en un microondas debido a su agenda de trabajo antes de
retirarse.
Muchas otras piensan del mismo modo pero se las
considera una minoría anticuada de la época anterior a los años 1970 cuando los
microondas inundaron el mercado por primera vez.
Como la mayoría de los adultos jóvenes de esa época,
cuando el horno microondas se hizo común, elegí ignorar la sabiduría intuitiva
de mi madre y me uní a la mayoría que creía que las ventajas de cocinar con
microondas eran demasiadas para creer que pudiera tener algo perjudicial.
Apúntale un tanto a la percepción de mamá porque aún
sin conocer las razones científicas, técnicas o sanitarias de por qué,
sencillamente sabía que los microondas no podían ser buenos, basada en cómo
sabían los alimentos cuando se los cocinaba en ellos. Tampoco le gustaba cómo
cambiaba la textura de esos alimentos.
Los microondas no son seguras para
la leche de los niños.
Se han hecho públicas algunas advertencias pero han
pasado casi desapercibidas. Por ejemplo, "Young Families" (Familias
jóvenes), el Servicio de Extensión para Minessota de la University of
Minnesota, publicó lo siguiente en 1989:
"Aunque los microondas calientan los alimentos
rápidamente, no son recomendables para calentar los biberones. Puede que el
biberón parezca fresco al tacto pero el líquido en el interior puede estar
extremadamente caliente y quemar la garganta y boca del bebé.
También, la formación de vapor en un contenedor
cerrado, como el biberón, podría hacerlo explotar. Calentar el biberón en un
microondas puede producir pequeños cambios en la leche. En fórmulas infantiles,
puede darse una pérdida de algunas vitaminas.
En el caso de que se trate de leche materna, algunas
propiedades protectoras podrían destruirse. Calentar el biberón manteniéndolo
bajo un chorro de agua caliente o en una ollita y luego probar en la muñeca
antes de alimentar al bebé puede que tome algunos minutos más, pero es mucho
más seguro".
La Dra. Lita Lee de Hawaii publicó en Lancet, el 9 de
diciembre de 1989:
"Dar microondas a fórmulas infantiles convirtió
algunos aminoácidos de forma 'trans' en sus isómeros sintéticos de forma 'cis'.
Los isomeros sintéticos, sean aminoácidos de forma 'cis' o de forma 'trans' no
son biológicamente activos.
Más aún, uno de los aminoácidos, la L-prolina, se
convirtió en su isómero-d, que es conocido por ser neurotóxico (tóxico para el
sistema nervioso) y nefrotóxico (tóxico para los riñones). Ya es
suficientemente malo que muchos niños no sean amamantados, encima ahora se les
da leche falsa (fórmulas infatiles) que se vuelve más tóxica al calentarla con
microondas."
La sangre calentada en microondas
mata a un paciente.
En 1991, hubo un juicio en Oklahoma relacionado con
uso hospitalario de un horno microondas para calentar la sangre necesaria en
una transfusión. El caso involucraba a una paciente de cirugía de cadera, Norma
Levitt, que murió por una simple transfusión de sangre.
Parece que la enfermera calentó la sangre en un
microondas. Esta tragedia destaca que hay mucho más en calentar con microondas
que lo que nos han dado a creer. La sangre para las transfusiones habitualmente
se calienta, pero no en horno microondas. En el caso de la Sra. Levitt, las
microondas alteraron la sangre y eso la mató.
Resulta obvio que esta forma de calentamiento por
radiación de microondas hace algo a las sustancias que calienta. También es
bastante evidente que las personas que procesan comida en un microondas también
están ingiriendo estos 'algos desconocidos'.
Debido a que el cuerpo es electroquímico por
naturaleza, cualquier fuerza que interrumpa o cambie los sucesos
electroquímicos humanos afectará la fisiología del cuerpo. Esto se describe con
más detalle en el libro de Robert O. Becker, "The Body Electric" (La
Eléctrica(1) del cuerpo), y en el libro de Ellen Sugarman, "Warning, the
Electricity Around You May Be Hazardous to Your Health" (Cuidado: la
electricidad que te rodea puede ser peligrosa para tu salud).
Hechos y evidencias científicas.
En el "Comparative Study of Food Prepared
Conventionally and in the Microwave Oven" (Estudio comparativo sobre
comida preparada de forma convencional y comida preparada en horno microondas),
publicado por Raum & Zelt en 1992, 3(2):43, se dice:
"Una hipótesis básica de la medicina natural
establece que la introducción en el cuerpo humano de moléculas y energías, a
las que no está acostumbrado es mucho más probable que causen daño que
beneficio.
La comida de microondas contiene tanto moléculas como
energías que no están presentes en la comida cocinada de la forma que los
humanos lo vienen haciendo desde el descubrimiento del fuego. La energía de
microondas del sol y otras estrellas se basa en corriente directa (DC).
Las microondas producidas artificialmente, incluyendo
la de los hornos microondas, se producen por corriente alterna y fuerzan un
billón o más de cambios de polaridad por segundo en cada molécula de alimento
que golpean.
La producción de moléculas antinaturales es
inevitable. Los aminoácidos naturales, se ha observado, pasan por cambios
isoméricos (cambios en su forma morfológica) y también por transformaciones
hacia formas tóxicas bajo el impacto de las microondas producidas en hornos.
Un estudio de corta duración encontró cambios
significativos y preocupantes en la sangre de individuos que consumían
vegetales y leche cocidos o calentados en microondas. Ocho voluntarios tomaron
varias combinaciones de los mismos alimentos cocinados de formas diferentes.
Todos los alimentos que fueron procesados usando
microondas causaron cambios en la sangre de los voluntarios. Los niveles de
hemoglobina descendieron y los niveles generales de células blancas y
colesterol aumentaron. Los linfocitos disminuyeron.
Se emplearon bacterias luminosas (que emiten luz) para
detectar los cambios energéticos en la sangre. Se encontraron aumentos
significatvos en la luminosidad de estas bacterias cuando se las expuso a suero
sanguíneo extraído después de haber consumido alimentos cocinados en
microondas".
Hay tanto que aprender y tanto que
experimentar ... Una vez que te das cuenta que de verdad puedes encargarte tú
misma de tu bienestar (¡y que funciona!), se abre ante ti un auténtico abanico
de posibilidades: libros, cursos, productos, conferencias, dietas, terapias y
un largo etcétera.
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